sábado, 25 de enero de 2020

Un dia, a su merced.

Un día donde las limitaciones no fueron tales
Donde fueron solo dos amantes, ni dioses, ni mortales
Donde lo vio sonreír a pesar de todo
Donde la vio real, riendo y caminando codo a codo

Ojos extraños, que como cirujanos intentan abrirlos
Voces aullando, amenazan herirlos
Fantasmas nocturnos y susurros malditos
pierden su fuerza, ante el sueño y los gritos

Lloviznaba, otra ves, como cuando fueron forjados
como cuando fueron unidos, y en la urbe dejados
como cuando sus ojos, muertos hace años
no perdieron su brillo, debajo de un verde castaño

Y ante la quietud se miran, aunque son motivo de asombro
Los rodean proceres, leyendas, dioses y demonios
casi imperceptible ante la mirada curiosa
ante los brillos efimeros, los versos o la prosa
ella lo acaricia desde arriba pero como una igual
el la ama, y no es la lluvia, ni la sal
lo que le humedecen los ojos de bronce, las mejillas
lo que le llena el pecho, le hace cosquillas

Confuso el espectador? que historia es la que relata?
la de un sueño añejado o una perdida ingrata?
No lo sabe el autor, si su mente simplemente divaga
si no puede pensar en otra cosa, que en aquella a la que ama.