miércoles, 20 de noviembre de 2019

Un dia, en septiembre



Un día con una dama, que resulto no moverse de a una pieza
Dos días de insomnio obligado, corriendo de pesadillas reales
Tres días para que la frialdad deje salir el dolor en forma de pregunta
Cuatro días, para que lo superfluo se evidencie y una sonrisa revele lo mudo

Habitos desagradables que no desaparecen ni por las noches
Y el agua clara,  que esconde barro en su fondo
Altas aspiraciones ajenas, con cortesía de papel
Tan endeble como ese amor, el que no niego, ni desconozco

Y caen plumas, de aves y de ángeles
Y corre sangre, la roja y la salada
Y mueren niños, hombres y mujeres
Y te miro, y no te veo, aun estando allí sentada

Salen reproches, excusas, verdades, mentiras
insultos, lamentos, cariños, penares
Y un deseo ahogado de gritarte, de romperme
De patear esa mesa, esa cama, esos lugares

Un José que nunca tendrá paz
una tristeza, con un cabello moreno
Sin vírgenes a quienes rezarles, ni en lujan ni en rosario
Una plaza, un túnel, y la salida en la que ya no te espero.